El desorden natural de las cosas

Otra vez la vida, o eso a lo que también se le llama el canal Mundo, me vuelve a retar. Y lo hace poniéndome delante otra situación en la que no me devuelve ese especialismo que necesito para identificarme más con mi yo, con mi persona. Siento que la vida nos pide Amar a cada instante, sea lo que sea que nos trae y a veces nos pone al límite pidiéndonos que amemos lo imposible. Y digo imposible en el sentido de que no nos deja posibilidad identitaria, (yo creo, yo opino, yo pienso, yo tengo...).
Hay un gran vacío que asumir en esto. Mirarlo de frente y acogerlo supone estar en la pérdida y paradójicamente parece que de esa asunción de pérdida, se alcanza la invulnerabilidad que no permite pérdida alguna.

Ayer me percibí juzgando de nuevo a otro, a esa persona que de nuevo no me da, se va, no está cuando yo lo necesito. Y en mi pensamiento le decía: no aceptas el desorden que entra nuevo en tu vida con nuevas posibilidades de sentir, de ver, de experimentar, porque prefieres el orden que tu has establecido y que aunque te limite y te encarcele, es lo que conoces, es lo que te da tranquilidad... te engañas a ti mismo. La vida, al igual que la naturaleza es desorden, pero es un desorden perfectamente armonioso e intrigante que te pone delante las señales de lo que ahora debes lanzarte a vivir. Y es precisamente el intento de ordenar y repetir constante, lo que lleva al caos y al desastre en nuestras relaciones y vidas. La inmovilidad de lo ya establecido como fijo deriva en destrucción.

Y cuando fui capaz de abstraerme de mi misma, me di cuenta que es ese desorden justo lo que a mi la vida me esta pidiendo que vea y que acepte, con esta situación en la que otra persona no ve y acepta el desorden. Y me doy cuenta de que no es el otro, sino yo, quien tiene miedo de saltar al abismo de lo desconocido y que esa persona sólo está ahí, delante mía, para mostrármelo de nuevo.


Comentarios